viernes, 25 de octubre de 2019

Los Albas



Fuente: 
La Fonoteca

Los Albas

La emigración sacudió la España de la década de los 60 con un intenso flujo en sentido sur-norte del mapa. También hubo músicos emigrantes. Este fue el caso de los hermanos Rodríguez Coínes, oriundos de Granada, pero que marcharon a Barcelona. José y Antonio (guitarras y voces) y Manolo (batería) pasan fugazmente por la Ciudad Condal y siguen camino hacia el norte a mediados de los 60. Durante año y medio se buscan la vida con su música en Francia, Suiza, Bélgica y Holanda. Ellos siempre contaron que en esos países tocaban jazz y R/B. No lo ponemos en duda, pero oído lo que hicieron después cuesta trabajo creerlo.

El bajista que les acompaña es Enric Canals, un experto que había sido parte de Los Salvajes, Esta formación va a permanecer prácticamente inamovible a lo largo de toda su trayectoria y la compenetración entre sus componentes va a ser clave en su éxito. Su experiencia y profesionalidad logran interesar al sello Vergara con el que graban su primer disco: “Kyrie Eleison / Los Ejes de mi Carreta” (Vergara, 1968). La cara B de este single es una versión de un viejo tema del cantautor argentino Atahualpa Yupanki. La gente del folk cuando escucha aquello se rasga las vestiduras al ver masacrado a uno de sus ídolos más respetados. Los del rock progresivo se tapan los oídos y se ciscan hasta en los cojones de Atahualpa y, en general, los críticos hacen justo eso, criticarlos y ponerlos a bajar de un burro. Los Albas, eterna sonrisa en la cara y sin meterse con nadie, siguen a lo suyo. Y lo suyo es vender discos a espuertas.

Tantos que permanecieron durante meses en el top 10 nacional con su primer sencillo. Su estilo tosco consistía en tomar temas conocidos de cantautores hispanoamericanos, acoplarles un ritmo continuo de rock elemental, cantar a una o varias voces al unísono la melodía, usar la rítmica con tendencia al sartenazo, dar color con alguna onomatopeya de arriero y meter algún breve punteo que reproducía generalmente la propia melodía. Y aquel reloj de madera funcionaba. Como lo que tocaban era muy sencillo y no requería grandes alardes técnicos, casi todos los conjuntos de pueblo incluían sus temas en los bailes dominicales y aquello amplificaba aún más su exitosa fórmula. Tras su primer hit, explotan el invento con nuevos títulos basados en la música hispanoamericana. “La Última Noche” (Vergara, 1968), “¿Quién Será? / A Little Bit Hurt” (Vergara, 1969), Niña” (Vergara, 1969), “Camino y Piedra” (Ariola, 1970) y algún otro les siguen manteniendo regularmente entre los conjuntos más vendedores del país.

 El paso del grupo de Vergara a Ariola fue simple continuidad, ya que la multinacional absorbió lo más jugoso del catálogo Vergara en 1970 para establecerse en España. Siguieron publicando discos, una veces con un sello y otras con el otro. En esta época editan su segundo LP: “Los Albas” (Ariola, 1970), un disco que luego resultaría fundamental para el desarrollo de su discografía, pues con su contenido llegarán a editarse hasta siete singles en los años 1970 y 1971. En sus directos, además de sus éxitos, solían incluir alguna versión de viejos títulos de The Animals y otros grupos del blues británico. En esos casos, solía ser Manolo -Lolo-, el batería el que asumía el papel de voz solista. Los Albas casi no se apean de los primeros puestos del hit parade durante más de dos años. Sus portadas y las rebuscadas vestimentas con las que posan ayudan lo suyo a crear una imagen distintiva.

Les llueven los contratos y compiten varios años de tú a tú con Fórmula V, Los Diablos o Los Puntos por el oficioso título de la canción del verano. No se sienten a gusto en Ariola y a finales de 1971 escuchan la llamada de Belter y allí se juntan ellos, un conjunto supercomercial y con pocos escrúpulos musicales, con el sello más cañí. El resultado es la conversión de Los Albas en figuras precursoras del trash nacional. Graban auténticos petardos que, bajo el pretexto de lo comercial, alcanzan lo chabacano. Sus discos ya no venden tanto como antes y su carrera languidece. Pero van a revivir gracias a la grabación de dos sencillos consecutivos: "A la Orilla del Mar / El Dinero no Hace la Felicidad" (Belter, 1974) y “Un Globo, Dos Globos, Tres Globos” (Belter, 1974), sintonía del homónimo programa infantil de TVE. Aquello les dará fuelle para seguir haciendo galas y grabaciones hasta 1978, año en el que ponen fin a su carrera con un nuevo LP editado en el modesto sello Impacto.

Hacia el final de su carrera, Jorge Roda va a sustituir en el bajo a Enric. Los Albas también editaron numerosos long play, casi todos ellos de carácter semirecopilatorio; es decir, con una mayoría de temas que ya antes habían sido publicados en formato single. Tanto en 33 como en 45 r. p. m. fueron grandes vendedores y se apuntaron decididamente a lo que se llamó canción del verano. Denostados y criticados en su tiempo, sinónimos de pachanga, ellos tuvieron siempre muy claro cuál era su territorio y su público y se limitaron a fabricar canciones para playas, verbenas y ferias de pueblo. Una música sencilla y sin problemas para consumidores que plantearan pocas exigencias y muchas ganas de pasarlo bien.


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