ChocOlata
Carmela Páez La Chocolata, al cante y baile, jerezana; Rubens Silva de Arcos de la Frontera, a la guitarra, y el granadino Cuni Mantilla, al contrabajo.
Esta formación básica, tan propia del jazz, les basta para haber creado un estilo mestizo y propio, un cóctel original con tres ingredientes principales que se saborean en estas 10 canciones: flamenco, jazz, y el abanico de la música latinoamericana desde la ranchera al danzón, mezcladas tan bien que parece que han ido siempre juntas (¿será porque el chocolate vino de América?).
Su primer disco grabado en estudio, «De un suspiro», contiene percusión, palmas y otras guitarras aparte de las de la formación original, así como colaboraciones de lujo, entre otras, la de Manuel Imán en una hermosa versión de «El cordón de mi corpiño». También aparece Andrea Echeverri de Aterciopelados en un soneto del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, cantado a son de ranchera llamado «Soneto».
Chocolata ha logrado una difícil conjunción, una singular alquimia musical que no permite encasillarles en ningún género porque les otorga un estilo inconfundible
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